El presente trabajo recoge, apenas, una décima de segundo de la vida en los CAMPAMENTOS DE REFUGIADOS DE TINDUF situados en el inhóspito noroeste sahariano cerca de la ciudad argelina homónima.
Allí sobreviven en la actualidad cerca de 180.000 saharauis expulsados de sus tierras y forzados al exilio desde que en 1975 Marruecos comenzara la ocupación de la antigua colonia española, primero de forma pacífica mediante La Marcha Verde (5/11/1975) e inmediatamente después mediante la ocupación militar de una de las ciudades santas de sus pobladores naturales Smara (27/11/1975) ,hecho que constituía el comienzo de un conflicto bélico de desgaste que duró hasta el 6 de Septiembre de 1991 fecha en la que se firmó el Plan de Paz y el alto el fuego.
Allí han sobrevivido también, hasta noviembre del 95, (algunos aún lo hacen) cientos de marroquíes capturados por el POLISARIO a lo largo de los casi 16 años de conflicto bélico.
Son los llamados “PRISIONEROS DE GUERRA LIBERADOS” que, después de haber pasado hasta veinte años en las cárceles del POLISARIO y haber sido liberados por sus captores en 1989 como gesto de buena voluntad, no fueron reconocidos por su propio país, Marruecos, pues su regreso como “prisioneros de guerra” implicaba la aceptación del hecho del “FRENTE POLISARIO” como gobierno legítimo de los saharauis.
Unos y otros - saharauis y presos marroquíes - víctimas de un largo y cruel juego de intereses económicos y estratégicos, intercambian sus roles de carcelero/prisionero en un clima de desazón e impotencia y en un entorno agresivo insultantemente infinito:UNA CÁRCEL SIN BARROTES .
Crítica al trabajo, aparecida el 24/7/98 en el DIARIO DE CÓRDOBA .
a raíz de la exposición del trabajo en LA POSADA DEL POTRO
firmada por Amparo Molina
a raíz de la exposición del trabajo en LA POSADA DEL POTRO
firmada por Amparo Molina
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Una estética atractiva no embellece necesariamente una historia. La belleza formal no incluye siempre en el fondo un mensaje hermoso, ni siquiera cuando se ayuda de elementos armoniosos y equilibrados. En realidad dotar de hermosura plástica a un acontecimiento negativo puede contribuir a hacerlo ante nuestros ojos más tremendo, más impactante , porque nos ofrece una visión en la que quizás no habíamos reparado, apartándonos de la desidia visceral que nos produce lo cotidiano, lo acostumbrado, desconcertando primero una atención acomodada a tipos fijos de información que ya no trastocan nuestro hermetismo y nuestro cimentado aislamiento, y arremetiendo después de lleno en nuestra oxidada emoción.
La estética puede convertirse en un reclamo para nuestro interés y , contemplando la armonía, el equilibrio y otros elementos sensoriales que apelan a nuestra sensibilidad anímica e intelectual una imagen, cuyo valor reside en un principio en su formalidad, va adquiriendo matices semánticos y comienza a hablar sin tabúes de lo que esconde dentro.
La serenidad y aparente sencillez con que Ramón Núñez dota a sus fotografías sorprende: un campamento de refugiados resulta de por sí un argumento referencial fuertemente dramático, y esperamos encontrar imágenes de violencia latente, o quizás de un fuerte componente documental donde se respire intranquilidad y un denuncia abierta que no necesite explicación. Esperamos lo acostumbrado, y casi preparamos una respuesta automática refleja que no suponga esfuerzo a nuestra conciencia.
Pero esa imagen silenciosa, tranquila, vence nuestra desconfianza, y, una vez desarmados de prejuicios, comenzamos también a escuchar. Podemos sentir la proximidad que nos produce el formato abierto y esos rostros enfocados desde una cercanía infrecuente, transmitiéndonos toda su miseria, reflejada en sus ojos vacíos, en la textura compacta de la piel. Podemos ver en esos ejes diagonales de planos progresivos la soledad del hombre entre los hombres. La ilimitada extensión del horizonte paisajístico contrasta con la limitación del horizonte anímico de los hombres, mujeres y niños marroquíes, confinados en el campo y rechazados por su propio país. La inmensidad del desierto, carente de puntos de referencia vital, de signos de fertilidad, simboliza muy bien la desorientación y el desencanto. El hombre se convierte en una figura perdida en algún punto de la nada, del vacío, si se rebasa los límites impuestos por las casas de adobe del poblado de Tinduf.
SIMBOLISMO INACABABLE
El simbolismo inacabable del que el autor hace uso, representa mucho más que un testimonio de su tiempo; su obra se aventura más allá de la reproducción fiel, haciendo gala de un compromiso formal e intelectual, que le lleva por el camino auténtico del realismo a transmitir un mensaje social y humano, formalizado de forma consciente y transformado finalmente en una crítica artística, capaz de añadir al acontecimiento una trascendencia comunicativa que, lejos de desvirtuar el contenido, refuerce y enriquezca su comprensión.
AMPARO MOLINA GONZÁLEZ
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ORIGINALES : NEGATIVO ISO 400
POSITIVADO : QUÍMICO EN PAPEL BARITADO VIRADO AL SELENIO.
SERIE : COPIAS ÚNICAS
TAMAÑO MEDIO APROX : 300 X 400 mm
DIAPOSITIVAS COLOR : ISO 100.